miércoles, 18 de abril de 2012

Escúchame:

No necesitas a nadie que te complete. Solo a alguien que te acepte por completo. Si un hombre intenta cambiarte, cambia... pero de hombre. Porque una mujer no es aquella que tiene más hombres a sus pies, sino la que tiene uno solo a su altura; y una gran mujer, aquella que no necesita depender de ningún hombre para ponerse el mundo por montera, y por ello, es digna de admiración por los que la conocen. Tienes muchas opciones, pero recuerda siempre estas dos: Sufrir por la persona equivocada. O disfrutar hasta que llegue la indicada. Tú eliges.

domingo, 15 de abril de 2012

VUELVO A BAILAR. Son mucho más que tres palabras...

Pues aquí estoy. Aquí ha llegado por fin el día en que poner los relojes a 0, y el calendario a 1, porque a partir de mañana, empieza el resto de mi historia, el principio del fin y el final de una etapa. Abro una puerta gigante, pero no cierro la anterior, me llevo conmigo todo el esfuerzo combinado con lágrimas de risa, y a todas las personas maravillosas que me he cruzado en este tramo del camino, que me han hecho avanzar a base de sonrisas y han conseguido que aunque el tramo era rocoso y escarpado, cuesta arriba y complicado, pareciera llano. Y muy especialmente, a mi madre y a Bea, porque las debo todo y no las merezco, a mi familia. Y a Guti, Daniel, Alberto, Olga y Aída, que aparecieron en mi camino, y en fin, si estoy aquí de pie, así de bien, es gracias a ellos. Les debo el primer aplauso y todos los que sigan, espero, cuando suba a un escenario. Y subiré, sí, porque aunque yo ya lo sabía, este largo tiempo alejada de todo por razones inesperadas y 'cosas que pasan en la vida', que es como todo el mundo se empeña en llamarlo, me ha servido para darme aún más cuenta de que dentro de mí, hay algo latente. Llámalo corazón, o llámalo baile. Y ahí reside todo. No se puede renunciar a algo en lo que piensas a cada segundo de tu existencia. No se puede renunciar a mover los pies cada vez que escuchas una música, o a que vuelen pasos por tu cabeza mientras esperas al autobús.
Ni puedo, ni quiero.
Porque dicen que hay trenes que pasan una sola vez en la vida, pero no es verdad. Hay trenes que pasan dos veces, trenes que llegan tarde por avería, y trenes, que simplemente, llegan cuando tienen que llegar, ni antes, ni después, sino en el momento justo y exacto.
Por eso mismo la frase 'Todo sucede por una razón', no es una simple frase. Es un hecho, un hecho que he podido comprobar en mis propias carnes, y me ha enseñado a ser paciente y perseverar, a encender una linterna cuando no veo luz al final de camino, y a que las cosas llegan cuando tienen que llegar. Que por mucho que nosotros queramos algo con mucha fuerza, las cosas son como son, te guste o no. La vida tiene sus propias reglas y nadie manda sobre ella...está tan segura de sí misma, que se cree capaz de darnos lecciones, y fíjate, lo consigue con creces.
Así que nada, he ido al metro, y me han dicho que mi tren pasa mañana a las 9:30 de la mañana. Creo que este es el bueno.
- Lo coges entonces, ¿no?
- Pues yo creo que sí, para bajarse siempre hay tiempo, pero puede que para subirse no haya más ocasiones...si no lo hago ahora, no lo haré nunca más, y tengo miedo de arrepentirme, pero no de intentarlo.
Así que allí estaré. Pensaba estar a las 8:30...
- Pero, ¿para qué? Si al final no gana quien más corre, si no el que lleva paso lento pero seguro, quien está en su sitio en el momento perfecto, donde trabajo y ocasión se juntan, y entonces, ZAS! ahí estás, consiguiendo lo que un día te propusiste, y por lo que tanto habías luchado...a lo que desgraciadamente, mucha gente suele llamar 'suerte'.
- Yo no creo en la suerte. La suerte no existe. La suerte existe sólo para quien se lo trabaja. Lo demás, lo demás son golpes de fortuna que se van tan pronto como llegan... Pero llevas razón. Entonces iré. Los del metro me han dicho que de conductores van el empeño y el esfuerzo, y de compañeras de vagón, la pasión, la ilusión, la perseverancia, la paciencia, las ganas de comerse el mundo...y lo que más me ha gustado: la inteligencia y la madurez.
- Eso es nuevo eh! Suena bien!!
- Demasiado bien.
- Entonces cumple tu sueño, no lo dejes a medias y no pares hasta verte ahí arriba, en ese lugar que tantas veces soñaste desde la cama del hospital. Hay tiempo para todo, y para cumplir el resto de tus sueños también. Podría decirte que hagas lo que hagas, que seas la mejor. Pero prefiero decirte, que decidas lo que decidas, seas feliz.
- Lo único que sé es que tengo una sonrisa en la boca, y ganas de estallar. Supongo que eso es un buen comienzo ¿no?
- Ese es el mejor comienzo de todos, pequeña. A por ello.



domingo, 25 de marzo de 2012

¿Y ahora qué?

Encontré esto.






Podría dejarlo ahí. 'Encontré esto'. Podría, pero no quiero. Hablar sobre ese tema, gran locura la mía. Es como hurgar una herida. O más bien una cicatriz, grande y casi reciente.
Que no sé cuántas veces habré escuchado eso de: 'Y entonces, ¿qué piensas hacer con tu vida? ¿Volverás a bailar cuando te recuperes de la lesión?' Esbozo una sonrisa y mis hombros se mueven tratando de rellenar una respuesta vacía.
No es ni un sí, ni un no, es un 'Ya se verá'. Es como esas relaciones de amor-odio donde nunca sabes si has tocado fondo o sólo es un escalón más.
Vuelvo a mirar las zapatillas. Sí, para ti unas simples zapatillas, para mí es algo más. Es algo que no llegarás a entender ni aunque quieras. Esas zapatillas me hicieron llegar a tocar el cielo un 6 de julio, en una actuación que siempre recordaré como uno de los mejores días de mi vida. Uno de esos días en que dices: 'Estoy justo donde quería estar' Salió todo perfecto, y sí, llegué a rozar el cielo con las manos. Pero bajé. Bajé hasta tocar el suelo con la punta de mi nariz. Allí en el suelo, sólo encontré dos manos, las mías. Y un par de brazos, los de 'mis imprescindibles' y poco más. Y fueron suficientes para coger aire y decir: "Puedes pisarme los hombros si quieres, que me levanto otra vez". Y aquí estoy, olvidando lo inolvidable, desechando rencores a golpe de carcajadas...pensando en lo que una vez me dijeron: 'Si dudas, aunque sea por un instante si seguir o dejarlo, es porque no has nacido para bailar'. Lo pienso y me río. Me río de aquellos que piensan que la vida es sólo bailar, que la vida no se compone de nada más. Me río de aquellos que piensan que ser bailarín es ser ignorante y analfabeto, que no se puede estudiar, ni ser periodista, ni nada más. Me río de aquellos que piensan que dejarlo, es sinónimo de 'fracasado'. Me río por todo lo que no reí tiempo atrás, y me escapo de aquella cárcel. Y decido que si algún día me 'encarcelo' otra vez, si vuelvo a sacrificar cosas por bailar una vez más, me encarcelaré porque yo quiero, por mí y por nadie más. Si quiero, las llaves las tendré yo. Si no quiero, las llaves las tiraré al mar, para así cerrar una etapa y seguir. Pero me quedaré de recuerdo el llavero, para que cada vez que abra la puerta de mi casa, me acuerde de los primeros premios que conseguí, o de mi experiencia en Estados Unidos...y de esas cosas buenas que también me pasaron cuando bailaba. 
La respuesta sigue en el aire, y ahí se queda. Me resisto a atarme buscando qué pasará en el futuro, porque no sé ni lo que pasará mañana. Que lo único que se oye es: 'Y, ¿ahora qué?', y yo trato de dar respuestas arrancando las hojas del calendario y adelantando las manecillas del reloj. Y el reloj ya se queja. Y yo me he dado cuenta de que la vida es demasiado bonita, como para que alguien te la marque a tiempo de vals y de gritos. Y si algún día vuelvo a bailar, no tocaré el cielo, tocaré la luna, y me sentaré en ella, para desde arriba observar a aquellos que ya no apostaban ni un duro por mí. Los observaré y me callaré, porque la elegancia se demuestra cerrando la boca y comiéndote un escenario. Y si no subo a la luna más, es porque como ya os he dicho, me he dado cuenta de que aquí abajo se está muy bien, y no tengo por qué demostrar nada a nadie, en tal caso, a mí misma. Demostrarme que si quiero algo, puedo conseguirlo, una y mil veces, a pesar de todo, a pesar de los tropiezos, las heridas, el pasado y el futuro.
Vuelvo a mirar las puntas, y esta vez no las guardo, las dejo colgadas...por lo que pueda pasar.  
Y sé que gran parte del mundo estará en contra de lo que acabo de sacar de mí, pero ¿sabéis?, todos tenemos razones suficientes para hacer lo que hacemos. Respeto, es lo que hace falta para entenderlo.
La verdadera respuesta la tengo dentro de mí, y aunque muchos ya la imaginaréis porque parece evidente viniendo de mí, que nadie de nada por hecho, porque si algo he aprendido en la vida, es que lo único seguro, es que no hay nada seguro.















jueves, 15 de marzo de 2012

#OFF

Ya huelo a playa.





Perderme. Despertarme y ver el mar. No necesito más.

    Dejar de existir por unos días.
                       
                   Jugar a tener la suerte de no pensar.
   
   Mi cuerpo lo pide a gritos, mi cabeza aún más.


No fue tan difícil.

-¿Qué tal? 
-Tirando 
-¿Tirando? 
-Tus recuerdos a la basura.

martes, 13 de marzo de 2012

Voy descongelando el corazón mientras tanto.

Y entonces me senté frente al mar. Sólo estaba yo. Yo y el mar. Menuda combinación.
Era pleno enero. La gente estaba en sus casas, aguardándose del frío invierno.
Me descalcé y caminé por la arena.
El agua estaba fría. Estaba helada, como mi corazón. ¡Qué coincidencia!
El sonido de las olas venía acompañado de un recuerdo. De aquel verano del 96, de lo feliz que era y de lo mucho que me quedaba por aprender de la vida.
Tuve la intención de hacer una locura. No la hice. Debería haberlo hecho. Debería haberme bañado con el agua totalmente congelada y con lluvia en las pestañas, al menos habría tenido algo increíble que contar algún día a mis nietos.
Caminé un poco más y cansada de andar, me volví a sentar, esta vez en una de las piedras. Cerré los ojos y decidí no pensar. Pero a medida que pensaba menos, sentía más.
Y entonces comprendí el por qué de mi enfermo corazón: De tanto pensar, había dejado de sentir.
Ya no había marcha atrás. Estaba crónico. Estaba en coma, coma irreversible. Estaba a punto de morir agujereado de puñaladas y hachazos.
Pensé en incinerarlo y echar las cenizas al mar, con la intención de verlo reencarnado, vivo y sano.
Pero si soy sincera, aún veía en el horizonte la esperanza de que alguien llegara y lo salvara de una muerte segura. Alguien que pusiera el mundo a mis pies con tan solo una mirada. Que fuera siempre 'sí ' cuando era 'sí ' y 'no' cuando era 'no'. Que no me dejara decir 'gracias', sino 'más veces'. Que no me llamara 'princesa', sino que me tratara como una de ellas. Que me invitara a cenar pizza en el suelo, mirando a las estrellas. Y que no me comprara caros perfumes, sino que me regalara una simple sonrisa cada día. Que fuera mi compañero de aventuras y mi copiloto del coche. Que me obligara reír a carcajadas, y a llorar de la risa. Que me cantara canciones al oído, pero que el estribillo me lo dejara cantar a mí. Que me dijera 'preciosa' a todas horas, pero más a esas de la mañana, en las que voy en pijama, recién levantada, sin una gota de maquillaje y el pelo alborotado. Que le gustara la forma en la que bailo y escribo, pero aún más la forma en la que sonrío. Que me hiciera bañarme a las tres de la mañana en el mar, con un frío que me cortara la respiración, pero que al menos no me cortara las ganas de vivir. Vivir. Ni con él, ni sin él. Junto a él. Por siempre. Y para siempre. Al menos tendría algo inolvidable que contar algún día a mis nietos.
Yo estaba dispuesta a dar mucho más. Mucho más de lo que los libros y las películas pudieran contar.
Sólo ponía una condición: 'No me mereces si no estás dispuesto a hacer locuras'
¿No pedía tanto no?

PD: Aún lo estoy esperando. Pero no hay prisa, voy descongelando el corazón mientras tanto. Igual aguanta.



domingo, 11 de marzo de 2012

La culpa es nuestra por creernos las películas.

Nos acostumbramos a todo. A lo bueno, a lo malo, a lo no tan bueno y a lo no tan malo. Nos acostumbramos a madrugar y a despertarnos tarde los domingos. A desayunar con la radio puesta y con los ojos medio cerrados. A salir a la calle y a correr para coger el autobús. Nos acostumbramos a ir corriendo a todas partes. Llegamos a la oficina y nos acostumbramos a no mirar a nuestro alrededor. Y cuando no miramos a nuestro alrededor, nos acostumbramos a no abrir las cortinas, a trabajar bajo la luz de aquel flexo, a beber algún que otro sorbo de café de vez en cuando, sólo cuando el tiempo nos lo permite.
Nos acostumbramos a sobrevivir mecánicamente. Nos acostumbramos a estructurar nuestra vida, a hacer siempre lo mismo, como coches teledirigidos.
Pensamos que estamos destinados a una persona, o a un trabajo, o a un lugar. Pero un día nos damos cuenta de que nos hemos acostumbrado a sufrir. Nos hemos acostumbrado a vivir pendientes del teléfono, esperando que el director de una película nos llame para ser el protagonista de su próximo taquillazo. Nos hemos acostumbrado a vivir a base de limosnas y de las sobras del querer de otra persona, esperando que algún día se de cuenta de lo mucho que la queremos y de lo feliz que sería con nosostros.
Nos hemos acostumbrado a pensar que la ciudad de nuestros sueños nos está esperando y que en ella seremos felices.
Es normal. Vivimos a base de sueños. Y no nos damos cuenta de que los sueños, en parte, no son nuestros, no nos pertenecen. Pertenecen a la vida y al tiempo, que sin quererlo son los dueños de nosotros mismos. Que son los que te dan las respuestas, incluso aquellas que no habías pedido. Está bien desear algo, y luchar por ello, pero también hay que saber cuando dejar de apretar las tuercas de ese sueño, cerrar, desatar los lazos, dejar de morder el tiempo y seguir.
Nos acostumbramos a pensar que las personas que queremos siempre estarán ahí. Esperamos ser correspondidos, pero al final del día, coges el teléfono y lo único que escuchas es un: 'Es que no puedo ir, lo siento...'
Nos acostumbramos a sonreír a las personas, y a no recibir siempre una sonrisa de vuelta. A ser ignorados, a ser invisibles, cuando tanto necesitábamos ser importantes. A ser una opción y no una prioridad.
Nos acostumbramos a pensar que por muy mal que estén las cosas, algún día encontraremos trabajo.
Pero nos acostumbramos a ahorrar la vida, que de poco exprimirla, igual se gasta, y una vez gastada, por estar acostumbrados, nos perdemos el vivir.
Y fíjate, la muerte está tan segura de su victoria, que nos da toda una vida de ventaja. Necios somos si no lo aprovechamos. Si en vez de vivir la vida, la malgastamos esperando, mordiendo el polvo de cosas que se nos escapan de las manos.
Y yo estoy aprendiendo que aquí sólo vale esperar lo inesperado. Que por muchos planes que hagas, la vida para bien o para mal siempre acaba sorprendiéndote.
Cambiar tu vida, ponerla patas arriba, equivocarte y seguir. Caer y limpiarte los rasguños para continuar con dignidad. Aparecer de imprevisto, cuando nadie te espere, para que tu aparición sea todo un acontecimiento. Y tener sueños sí, pero más que sueños, metas. Y que si una meta no se consigue, no pasa nada, hay miles de caminos que recorrer y miles de personas ahí afuera dispuestas a ser parte de ti. Y por ello, debemos despertar, dejar de acostumbrarnos, dejar de hacer que pasen los días. Hacer que cuenten. Por ti, y por nadie más. Vivir los lunes como un viernes y los domingos como un martes. Dejarnos de teorías y frases hechas, de historias perfectas y finales felices.
La culpa es nuestra por creernos las películas, porque lo que aún no sabemos es que nosotros mismos somos los directores de nuestra propia película, y que mientras caminamos por la vida, el guión de nuestra historia sigue en marcha, escribiendo cada paso que damos, cada decisión que tomamos. Es una película larga e intensa, nadie se salva de las risas, pero tampoco de las lágrimas. Habrá momentos en los que desearás cambiar de cinta y de cámara, ver todo desde otra perspectiva, pero es lo que te ha tocado vivir. De ti depende que haya más comedia que tragedia. De ti depende dejar de esperar a esa persona, y darte la oportunidad de ser feliz con lo que mereces, dejar de mirar el teléfono cada dos por tres, guardarlo y que te llamen cuando te tengan que llamar, si es que te tienen que llamar, y si no, pues nada.
De ti depende comerte la cabeza o comerte la vida, tomártela sin saborear o sentarte y apreciar sus matices. Caminar, jamás parar de caminar, absorbiendo de aquí y de allá, pero nunca creer que todo y todos son imprescindibles. Al fin y al cabo, de todo se sale, incluso de que aquello a lo que siempre estábamos acostumbrados a vivir. El reto es seguir, seguir como sea, pase lo que pase. Saltar al vacío, incluso cuando no sabes dónde está el norte, ni el sur. Soltar la rutina y las cadenas de aquello a lo que estábamos aferrados.
Yo me atrevo. No sé lo que pasará, pero me atrevo.
¿Te atreves?  Creo que no te arrepentirás.


jueves, 1 de marzo de 2012

Fan, muy fan.

Pongamos un rojo carmesí. Unos pitillos y unas Converse. Americana. Ray Ban Wayfarer. 'Pereza' en mis cascos y olor a verano en la calle. ¿Me imaginas? Imagíname. Imagínatelo. Imagina la calle y sus coches. Imagíname a mí. Y ya que estamos, suéñame. Suéñame y despierta. Despierta y mírame! Pero si estoy aquí,  a tu lado. En tu espalda, en tu risa.
No corras, no hay prisa. Tienes toda la vida para conocerme.
Pero no me gustan las esperas, empecemos.
Vale, empecemos por un 'para siempre' con azúcar y sin promesas, por favor. Aunque si te apetece más, tómame como al tequila, de un golpe y sin pensarlo. Y cuando me tomes, no me tomes en serio. Me río de la vida. Me río de ti. Me río de hasta de mí. Pero no me tomes por menos, porque no lo soy. No soy rubia, ni pelirroja. No soy alta. No soy previsible ni fácil. No soy y soy al mismo tiempo. ¿Cómo? Puedo ser dulce y amarga. Puedo ser pequeña y enorme a la vez. ¿Me entindes? Te entiendo. Proseguimos. ¿Qué haces? Me evado del mundo, subo a la luna y me pierdo entre los rayos del sol. ¿Cómo? Vuelo. Pero, ¿cómo? No tienes alas! No tengo alas, pero tengo corazón. Eso es suficiente para (sobre)vivir como lo hago yo, a base de impulsos, sin razones ni reglas. Mis latidos me marcan el ritmo y yo les sigo. Cuando voy por la calle no pienso ni adónde voy. Me dejo llevar. ¿Derecha o izquierda? Ni una ni otra. Recto, sin frenos ni paradas. Y sino a pinto, pinto... ¿Pinto, pinto?!!! ¿Y haces eso con todo? Claro. La vida es un juego. Hay que jugar. ¿Te parece imposible? Vale mira, más fácil...suena la música y, ¿qué haces? Se me van solos los pies. Pues eso es!!! Te dejas llevar, bailas y bailas sin coreografías ni coreógrafos. Eres libre, ¿lo notas? Es tu vida, es tu obra, y tú eres el director, el que improvisa, el que hace y deshace a su antojo. Atrévete. Vamos, atrévete. Salta y grita. Grita con fuerza. ¿Saltar? ¿Para qué? Vaya tontería... Precisamente por eso, porque para ser feliz hay que ser idiota. La felicidad no se encuentra, se decide. El mundo es demasiado complicado, y la vida demasiado amarga. Las distancias y el tiempo nos matan. Esto está hecho sólo para valientes y locos. Aunque pienso que el mundo andaría un poco mejor si cada uno tuviera lo que se merece... ¿Y tú, qué mereces Elena? ¿Yo? Yo creo que quiero más de lo que pido, pido más de lo que debo. Pero bueno, ahora mismo merezco un helado, ¿no crees? ¿Un helado? Eso es...no sé...me sorprendes. Lo sé, es mi intención. Todo está muy visto, muy oído y muy llevado. Me gusta lo improvisado, lo impresionante, lo fugaz. Me gustan las risas fuera de tono y las canciones que nadie escucha. Me gusta la moda que no se lleva. Me gusta ser así, diferente, imprevisible, camaleónica. Me gusta ser lo que nadie espera que sea. Y tú, no olvides que te espero, no esperes que te olvide. Pensarás que estoy loca...La verdad es que sí, lo pienso a menudo. Me dejas sin palabras. Estás como una regadera. Y tú también, menos que yo, pero también. Estás en proceso de ser un loco por completo de esos que cantan a las 6 de la mañana frente al espejo, de esos que ríen aunque quieren llorar, de esos que tropiezan 300 veces con la misma piedra, de esos que quieren y no paran hasta conseguirlo, de esos que tienen 3 segundos de bajón y 790754734 de alegrías, absurdas o no entendidas, pero alegrías al fin y al cabo. Y, ¿sabes cuándo lo serás? ¿Cuándo? Cuando comprendas que la felicidad está en las pequeñas cosas. ¿Cosas tan pequeñas como tú? Entonces, quiero ser feliz. Ya lo eres, me tienes aquí, aprovéchalo ¿no? Aprovecha el momento, los días, las semanas, los meses y los años pasan. Y lo peor, la vida se nos escapa corriendo. Así que corre más que ella y siéntate aquí a mi lado, escucha esta canción conmigo. ¿Cómo se llama? "Fan de ti" Soy fan de tí, de tu manera de vestir, de cada gramo de tu maquillaje, soy fan de verte presumir. Soy fan de tí, de tus medidas de maniquí, de imaginarte en un escaparate, de que te dejes seducir...
No me dejas que de mi opinión, eso a tí no te importa...
Por tantas razones soy fan, no lo puedo evitar…
Cantas fatal. Lo sé. Adoro la imperfección, nos hace únicos. La perfección es imposible, la felicidad es opcional. Me encanta todo lo que dices...¿Y tú, de qué eres fan pequeña? Yo soy fan de mí, de mi madre y de mi hermana. Fan de Madrid. Fan de Audrey Hepburn, fan de su estilo. Fan de las Converse y los tacones. Fan de dormir. Fan de llorar de risa y de no parar de reír. Fan de mis amigos. Fan de los paseos a la orilla del mar y las puestas de sol. Fan de cantar. Fan de ser adicta a bailar. Fan de escribir, de viajar. Fan de disfrutar. Fan de la vida. Fan de vivir.
Y ¿tú?
¿Yo? No me lo pongas difícil...¿No te has dado cuenta aún? Yo soy fan de ti.




¿Fan de mí? Dame la mano.
¿A dónde vamos?
A vivir.



domingo, 12 de febrero de 2012

O todo o nada.

Me siento al borde la cama, a oscuras, en silencio. Miro por la ventana y veo las estrellas. Me siento una de ellas, como una estrella fugaz, de esas que se despiden de repente sin dejar que tomes medidas, de esas que pasan por tu vida dejando huella, dejando rastro, dejando aroma de melancolía. Pienso, y decido no pensar. Asumo las consecuencias, pero no me recreo en ellas. Lo hecho hecho está, nada nos va a hacer volver atrás, ni tan sólo al segundo anterior a esto, en el que pensaba si sentarme al borde de la cama o tumbarme en el suelo, a lo vagabundo, a lo abandonado, a lo que soy ahora mismo. Escucho tu canción de fondo. Me pregunto si tú también la estarás escuchando, si cada nota y cada letra recorrerá cada recoveco de tu mente y te hará sentirte tan desgraciado como yo, o si en cambio estarás pensando en ella y en sus ojos verdes.
El destino nos unió y nos abandonó a nuestra propia suerte. Nos quedamos a medias, como un ni contigo ni sin ti, como un quiero y no puedo, pero tu cobardía y tu orgullo no dejaron salir a las palabras de tu pecho. Las mías se agolpaban por salir, y no me quedó más remedio que explotar, que dejar de soñar con futuros mejores, con ilusiones robadas y recuerdos escondidos. Te juro, no me quedaba otra opción que esa. Mi valentía luchaba contra tus miedos y decidió tomar las riendas del juego, jugar y arriesgar, echar los dados a todo o nada, aún sabiendo que podía salir nada. Que la suerte no está de mi lado ya lo sabía. Que no me importa lo más mínimo, también. Supongo el resultado. Se confirma. Esto muere. Pero no me arrepiento. He hecho TODO, todo lo que he podido, Y MÁS. No ha sido ni he sido suficiente, supongo. Verso acabado. Punto.
Solo quiero que taches los errores y que me improvises cuando puedas. Que me cuentes en minutos como a las canciones y que midas mi cariño con termómetros, por eso de la fiebre si te veo. Que si algún día te preguntan, no digas que no fui perfecta, porque nací para cometer errores, no para fingir ser la imgen de la perfección, y que sin pensártelo dos veces digas:
- Y, ¿qué es lo que pasó? - Lo que siempre pasa: La vida...pero la quería, la quería mucho, y se fue porque no pudo soportar estar sin mí. La dejé escapar.
Y que recuerdes que te enseñé a contar:  uno más uno es igual a todo, y dos menos uno es igual a nada.
También te enseñé a luchar por lo que merece la pena, aunque tú no lo estás poniendo en práctica conmigo.
Y que no me digas que ella es mejor, porque la crueldad es la fuerza de los cobardes. 
Y que si ves que me voy y no haces nada por retenerme, no esperes volver por el camino que te vio partir.
Me dio el venazo de imaginarte, desde el primer momento en que nuestros ojos se miraron, desde que encontré tu sonrisa bonita y tu voz cálida, tu pelo alborotado y tu piel morena. Pero la distancia hace que el silencio no hable con palabras que viven con tu voz y con el eco de tu risa. Y el tiempo nos mató y nuestra supuesta fingida amistad a distancia nos remató. ¿Por qué? Porque por si no te habías dado cuenta, tú y yo no podemos ser amigos. A la amistad no se la puede engañar por mucho tiempo, donde no tiene lugar, no tiene lugar. Pero tú la engañaste, por eso de tenerme en tu mano algún tiempo más.
Y no, no todo es tan fácil como un: ' Está bien, como tú quieras, seremos solo amigos' No. Esas cosas no cambian de un día para otro, ni siquiera en mucho tiempo, por más que tú te empeñaras en ponernos ese título. Título que a veces ni cumplías, pues si tan amigos éramos, no entiendo el por qué de tanta excusa para no vernos. Aunque sí, sí lo entiendo, sabías que vernos provocaría un tsunami de emociones y un terremoto de sentimientos, que muy probablemente no estarías dispuesto a soportar, a caer en la tentación. Pero es que los mensajes bonitos, las palabras de aliento, los 'vales mucho' y demás bla,bla,blas son fáciles de soltar a través de un teclado y una pantalla, lo difícil está en decirlo a la cara, mirando a los ojos, dejando que mi sonrisa y un abrazo te contestaran por sí solos.
Y debes saber que ayer a esta misma hora, me senté en este mismo borde, en la esquina derecha de mi cama, con el fondo estrellado frente a mí, y me pregunté algo sencillo y la respuesta fue contundente: Olvidar o seguir intentando, no sé qué duele más. Pero nadie te enseña el camino correcto. O te arriesgas o...siempre estarás en mitad de la nada. Y hoy tomé la decisión de arriesgar, y sabes una cosa? Puedes desear el cielo, eso de poco sirve. Deseos incumplidos justifican cicatrices. No he perdido nada, porque me doy cuenta de que yo no estaba jugando. 
Por eso es mejor así, ojos que no ven, corazón que no siente. Creo que es hora de cerrar capítulo, y sin mirar hacia atrás, seguir hacia delante. Un capítulo que siempre tomó fuerza en mi mente, porque jamás se hizo realidad. Pero lo siento, no puedo vivir de recuerdos, estos me empañan el presente y me hacen perder energías por el futuro. Es hora de partir. Ojalá la vida te vaya bien. Ojalá me recuerdes. Ojalá recuerdes mi risa y mis ganas por hacerte feliz. No me arrepiento de nada, y mucho menos de haberte conocido, de haber sido tu 'amiga', sólo me arrepiento de que no supieras verme. No me arrepiento porque has sido uno de mis mejores capítulos, y porque casi siempre estabas ahí para no dejarme caer. Pero escucha: 'has sido'. No sé si lo volverás a ser. Me cansé de pensarte y no verte. Me cansé de ser buena. Me cansé de ser tonta. Me cansé de ser el segundo plato. Me cansé de cansarme.
Y ahora la que manda en mi vida soy yo, no quiero depender de nadie, y mucho menos de alguien para quien su vida no depende de mí. De alguien que deja que me olvide de su voz y de cómo sonaba su risa.
Siento que quedaron cosas por decirnos, cosas por hacer, ilusiones por compartir. Pero si quieres guárdalo, guarda todo eso, tal y como has hecho hasta ahora.
Disfruta de la vida, sé feliz. Cuida de tu hermana, de tus padres y tus amigos. 
Yo me retiro. A olvidarme de ti y de todo. A continuar la vida, porque me quedé estancada hace mucho. Me estaba quemando y tú no te dabas cuenta...no querías hacerlo!
Y es hora de seguir. Por supuesto, no será fácil, porque me importas, pero debes saber algo: tengo intenciones de comerme el mundo, contigo o sin ti. 






Pero antes de irte, ven, pregúntame una vez más:
- ¿Me quieres?
- Yo suelo querer más de lo que debo.
Y por si te interesa saberlo, no creo que nunca te olvide, ni siquiera es mi intención. ¿Por qué iba a olvidar algo que me hizo sonreír en su día? Sólo intento cerrar el pasado, tal y como hiciste tú conmigo. O eso creo. 
Y como veo que no tienes intenciones de volver a por mí, de rescatarme, de recuperarme por todos los medios aunque yo te diga que quiero olvidarme de ti...como veo que no regresas a secarme las lágrimas, a ponerme una sonrisa, una última sonrisa que nos haga recordar esto mejor...como no sé lo que he sido y soy para ti, como no sé qué planes tienes para mí, como no sé lo que la vida nos depara:
Buenas noches y buena suerte.


http://youtu.be/LBTXNPZPfbE

Jamás sabrás lo que has sido para mí. ¿Sabes por qué? Porque mi plan A, era no ser tu plan B.



domingo, 5 de febrero de 2012

Mi insomnio tiene nombre y apellidos: Nueva York.

Es tarde. Casi las dos de la madrugada. Frío. Mucho frío. Demasiado. Llaman a la puerta. Creo que es la inspiración, pero por si acaso pregunto y miro. Sí, sí es ella. La invito a que pase y se sienta a mi lado. Quiero enseñarle unas fotos. Son de hace algún tiempo, y supongo que eso precisamente es lo que ayuda a que se quede un rato más, a que entre miradas vagas y perdidas encontremos el pasado como una excusa barata para escribir a las dos de la madrugada de este helado sábado. Ni la manta más gorda consigue arrancarme el frío de los huesos. Ni siquiera el café. Un café. Un café y diez historias. Pero ella sigue allí. Creo que no se va a ir en toda la noche. Ni en la mañana siguiente. Creo que quiere quedarse unos días. Creo que quiere recordarme aquello que se fue. Me dice que me invita a abrirme los ojos, que ella paga. Yo acepto, no tengo nada que perder. Manejamos el tiempo a nuestro antojo mientras intercalamos algunos sorbos de aquel café, que ya no es café ni es nada. Es una taza. Mi taza. La miro, me detengo, y un escalofrío recorre mi cuerpo menudo. Esta vez no es frío, esta vez es realidad. La realidad me abruma, consigue desorientarme. Y yo me agarro a la inspiración y saco estas líneas, que ni son líneas ni son nada. Son mis propios recovecos escondidos bajo ese jersey de lana. Me atrevo a sacarlos y vuelvo a ese frío y esperado Nueva York.
Un Nueva York esperado, sí, pero poco transitado. Tengo vagos recuerdos de aquel viaje, y de aquella pequeña tienda de la Quinta Avenida donde compré esa taza de los Yankees. Pero de entre esos vagos recuerdos consigo sacar uno, uno sólo, el más importante: Siempre había deseado ir a Nueva York. Pero sin duda, no fue el mejor viaje de mi vida, por muchas razones. En este instante deseo escapar de esas razones que ya no vienen a cuento. Un día, hace mucho y no hace tanto, decidí pasar página, y ahora estoy cansada, muy cansada como para levantarme y coger ese libro. Eso sólo abriría cicatrices que un día, por voluntad propia, decidí dejar de tocar. Sanaron. Ya lo creo que sanaron esas cicatrices. Ahora río, pero por aquel entonces lloraba. Lloraba mucho.
Y escapo de esas lágrimas infieles que sin permiso se adueñan de mis ojos. Y veo el sol y el cielo azul, como aquel día en que vi a la Estatua de la Libertad por primera vez. Por primera vez, y por última. El viaje no dio para más. Me llevé una maleta cargada de ilusiones y esfuerzo, y me traje exceso de equipaje. Mi maleta estaba llena de dolor y desesperanza. Entregué mi persona como fianza, y volví a España. No fueron tiempos fáciles, fueron los peores tiempos de mi vida. Tiempos donde mi ser y mi esfuerzo diario eran las mejores monedas de oro. Yo sólo era la ficha de cambio. Tiempo a destiempo. Sólo tenía 17 años, y una vida por delante. Pero algunas personas se encargaron de hacerme creer que el mundo se me acababa ya, por no ser la Primera Bailarina del ABT con 16 años. Así que ya llegaba tarde, no sería nada en la vida, nada más que una fracasada, de la que todos esperaban mucho, y que no habría llegado a nada, ni siquiera los premios conseguidos hasta entonces conseguían brillar frente a esas palabras.  'Y que se te meta en la cabeza Elena, las pequeñas sólo consiguen triunfar si son Primeras Bailarinas con 16 años, sino serás una más, pasarás desapercibida, y nadie se fijará en ti. Porque eres muy bajita, y las bajitas, si no son máquinas, no son nada. Haz una pirueta más, porque sí, y deja de comer yogures. Entre ese moño que te hace cabezona y que has engordado de la semana pasada a esta, no se te va a poder ni ver. En hueso y pellejo, así es como debes estar, para que se te vean las líneas y estés espectacular. Levántate, no me creo que te duela la rodilla, a mí no me engañas con tus cuentos. Una vez más. Y otra. Creíamos que eras algo inteligente y lista, pero está claro que eres tonta, estúpida, boba...Eres decepcionante' Y esa cantinela repetida durante muchas horas, muchos días, muchos meses...
Pero basta!!! Basta, se acabó. Eso quedó enterrado en el baúl de los recuerdos. No sé por qué ahora, justo ahora decide salir. Pero ya que estamos, lo pienso. 17 años y yo sin saber que llegaría a los 19, y que en los 19 están las amigas, los amigos, la universidad y el reír sin prisa. El salir, el entrar, el saltar, el cantar en el coche, el comer, el caerse y volverse a levantar con una sonrisa en la boca. Y bailar, bailar si quieres, porque quieres, no por demostrar nada a nadie, sino porque lo sientes, porque lo amas. Nada más. Por ti y por nadie más. Bailar, bailar y bailar. Ser bailarina, sí,  pero primero y antes de nada: PERSONA, con sus idas y venidas, sus altibajos, sus risas, sus tristezas, sus preocupaciones, sus amistades, sus amores y desamores, sus estudios, sus días chungos, sus días de querer gritar al mundo lo feliz que es, sus salidas, sus tardes y sus noches. Y sobretodo, con su personalidad. Exacto. PERSONALIDAD. Aquello que yo había perdido, y que un día encontré para no dejarla escapar.
No fue nada fácil, créeme. Quise tirar la toalla, signo de que mi personalidad estaba en otro punto que no era el mío. Pero algunos consiguieron quitarme la venda de los ojos, sólo los que me querían de verdad.
Y entonces decidí caminar a mi manera, ver mundo desde otro lado, ser fiel a mí misma y a mis propias convicciones, estuviera equivocada o no.
Y como un volcán oculto, volvió a encederse la chispa de mi vida, y resurgí de mis cenizas como el ave Fénix. Volví a caer, volví a levantarme. Volví a caer, volví a levantarme, y así 863754 veces, y las que me quedan.
Y aquí estoy, con algunos rasguños, algunas cicatrices de guerra y tomando el último sorbo del café, que ya ni es café ni es nada. Y pienso en el cocido de mi abuela de mañana, lo mucho que me gusta y lo poco que lo podía disfrutar tiempo atrás. Y en esos ojos penetrantes clavados en mis dos kilos de más, si me atrevía a comerlo.
La inspiración tiene sueño. Quiere dormir. Le cedo mi cama y mi almohada. Creo que por hoy se lo ha merecido. Yo le digo que creo que me quedaré un rato más, acompañada de mi música, mi soledad y yo. Y así nos quedamos un rato, las tres, sin necesidad de nada más. Y un sueño en mi mirada consigue traspasar el cristal y llegar a las estrellas: el sueño de volver a Nueva York, a por más tazas de los Yankees para mi colección, a devorar desde la primera a la última avenida, a ver cómo sale el sol desde Steps, a llorar de alegría en Times Square, a ver otro partido de béisbol, a hacerme fotos, muchas fotos, que algún día inviten a la inspiración a volver y a recordarme lo bonito de esos días.
Creo que Nueva York y yo tenemos una deuda pendiente. Y yo soy chica de palabra. Lo que digo, lo cumplo.
Por eso:
Querida Nueva York, espérame, algún día volveré. Lo sé, volveré. Y prometo ponerme gafas, para que el sol de la felicidad no me deslumbre, para que pueda quererte y descubrirte como te mereces, como siempre había deseado conocerte. Las lágrimas se quedaron en la aduana. No las dejé pasar. Estáte tranquila, no vendrán en el asiento de al lado. Pide cena para dos. Sólo para dos. Y resérvalo al nombre de:
Nueva York y yo.



(Y pediré la habitación 312, para volver a ver el Empire State desde mi cama. Prometido)

Puede que no me entiendas, ni tú, ni tú, ni tú tampoco. No me importa. Nueva York y yo sabemos de lo que hablamos. Me basta.

domingo, 29 de enero de 2012

Todos estamos aquí por casualidad; ríe todo lo que puedas.

Imagina cómo sería tu vida en unos años. Imagina. Imagina lo que puedes llegar a ser, lo que puedes llegar a hacer. Pero sea como sea, que siempre sea ... así :

Los únicos capaces de comerse el mundo.

Quienes son valientes, nunca, o casi nunca tienen delante suyo la ocasión de pedir perdón por algo que no  va a volver. Quienes son valientes no se preguntan cómo podría haber sido. Quienes son valientes, simplemente lo hacen. Sin más. Sin pensar en el después, en el por qué o en el cómo. Se alimentan del aire y viven a base de riesgos que les hacen sentir que están vivos. Son los que hacen que este mundo valga la pena. Los que persiguen sus sueños sin tregua. Los que prefieren la constancia más que la suerte. Los que sonríen sin saber lo que pasará después. Los que te enseñan que vale más un beso a tiempo que cien imaginados.

Algo que nos haga olvidar.

Este es el guión de nuestra historia. Pero ha cambiado el director, la escena, los personajes...la trama entera. Nos hemos cambiado los papeles. Y de repente, el círculo se ha cerrado, hemos empezado de nuevo, volviendo al punto que nos vio partir.
¿Recuerdas? ¿Recuerdas aquel otoño en el que parecía que nos íbamos a comer el mundo? ¿Aquel en el que te decía que te agarrases fuerte de mi mano y no me soltaras, porque el viaje iba a ser intenso? ¿Te acuerdas de cuando nuestras miradas chocaban y existía un universo paralelo entre los dos, fuera de todo y de todos, donde sólo estábamos tú y yo?
Pues recuérdalo siempre si te apetece. Nunca sabes cuándo te van a hacer falta los recuerdos para sobrevivir.
Pero para mí es tarde, muy tarde. No hay marcha atrás, meto el acelerador y me escapo. Me escapo de ti y de todos tus recuerdos.

viernes, 27 de enero de 2012

SMILE.

Tú escondes tus miedos y tristezas bajo ese maquillaje.
Yo, bajo algo mucho más barato: una simple SONRISA.

Así que aprende a mirarme con otros ojos.
Aprende a mirar a los demás un poco más allá de las apariencias.
Que sonría no significa que todo sea perfecto.
Ven, escucha mis sonrisas, te dirán mucho más de lo que unas simples palabras podrían expresar. Te lo aseguro. Es la única y mejor forma de salir adelante.
Las tristezas me las guardo para mí en el bolsillo, estoy amontonando un millón lágrimas efímeras, algún día tendremos un jardín de estrellas...


Como un usar y tirar.

Esperé ser siempre lo que tú querías que yo fuera. Nunca creí ser la chica de tu vida, preferí estar entre el montón y que fueras tú el que decidiera por su propio convencimineto, sacarme de ese anonimato, de ese mogollón de chicas guapas y conquistadoras, que arrasan cualquier sábado noche.

Mis conquistas son diferentes, no son normales, no son típicas, son tipo yo. Tú ya sabes cómo son, creo que recordar que lo probaste hace unos años, y supongo que aún sigues con el sabor de esa conquista en los labios. Sabes de qué pie cojeo, sabes mis debilidades y mis puntos fuertes. Sabes que odio los domingos y que adoro el olor a café recién hecho. Te confíe mi vida en la mano, tú me la tiraste de un manotazo.
Pienso. Pienso y me doy cuenta de que en realidad es que toda mi vida es una conquista. Me levanto conquistando a mi tostador, haciéndole súplicas para que funcione, y acto seguido conquisto mi armario en busca de alguna ropa que disimule mis puntos débiles, para después de darme una ducha y arreglarme, conquistar el Paseo de la Castellana, a la caza del autobús nº 146, exactamente el que pasa a las 8 y 12 minutos.
Mi vida siempre ha sido una conquista, una conquista por algo muy sencillo:
Llegar a tiempo para SER FELIZ.
A veces creo que tú podrías haberme hecho la mujer más feliz del mundo, otras veces detesto esa idea, de igual forma que detesto tu orgullo y egoísmo. Detesto que fueras tan injusto. Tan crío. Tan estúpido. Tan bobo y tan encantador a la misma vez.
Creo que te di lo mejor de mí, pero supongo que no fue ni fui suficiente. Me dejaste agonizando en este juego del amor.
Ha pasado el tiempo, ahora sé que nunca fui tu princesa, y también sé que quiero no serlo nunca.
No quiero desperdiciar el resto de mi vida junto a ti, un lobo, disfrazado de príncipe azul. Típico, pero no por ello de mi gusto. No quiero mirar el reloj y acusarme a mí misma porque son las 8: 15 y he perdido el bus de las 8:12. Quiero que alguien me haga café, y que a poder ser no me lo sirva en un vaso de usar y tirar.
Usar y tirar. Usar y tirar. Usar y tirar. Eso es, eso es exactamente lo que tú hiciste conmigo...
Se acabó. Desde hoy me gustan los puntos y final. El primero lo voy a utilizar contigo.

.

 FIN.

Andén 1, correspondencia con línea...

Y entonces me siento en el andén, esperando a que pase mi tren...paso de canción, modo aleatorio.
Miro a un lado y a otro. Todos van con prisas. Yo me incluyo. Nadie mira a nadie, simplemente se cruzan miradas vagas y cansadas, solitarias y sin alma. Nadie detiene la mirada en nadie.
Sólo yo me atrevo a desafiar aquellos ojos azul turquesa.
La intensidad de esa mirada es proporcional al azul del mar que colorea sus pupilas.
Y por un segundo nuestro universo choca, se detiene, se revuelve y vuelve a su sitio.
El tren llega. Él se pierde entre la gente, yo entre mi mar de dudas. ¿Cómo se llamará? ¿Cuántos años tendrá? ¿Qué estudiará? Y...de pronto, una duda absurda e inquietante me aborda: ¿Sería ese el amor de mi vida?
Se escapó sin saber lo que era, como muchos de los trenes que perdemos en esta vida.


martes, 17 de enero de 2012

17-01-12...19!!

19. 19 años recogidos en 1 metro y 53 centímetros. 19 años desde que mi madre lloró de felicidad, desde que abrí los ojos al mundo y dije: "Tengo ganas de vivir" 19 años, y me suenan feos. No son los esperados 18, ni los redondos 20. Son los 19, ni más ni menos. Y ni más ni menos he llegado hasta aquí, de mejor o peor forma, pero aquí estoy, con ganas de soplar todas las velas y no pedir deseos, porque soy así. Porque si algo he aprendido hasta estos 18 que se van es que "El gran secreto de la vida es que no hay ningún secreto. Puedes alcanzar cualquier meta que te propongas si estás dispuesto a trabajar " Estos años se los debo a mi familia, a mi madre y a mi hermana, y a mi gente, que me hacen vivir con lo esencial, con el tiempo justo para unas sonrisas al día, y que me enseñan que en la sencillez está el secreto de lo verdaderamente grande. GRACIAS por hacerme ser lo que soy hoy, sencillamente yo, peor o mejor, pero verdaderamente yo misma.

lunes, 16 de enero de 2012

J.

No dudes ni por un instante de tu fortaleza. Si la vida te ha puesto una y otra vez obstáculos, es porque quiere demostrarte lo fuerte que puedes llegar a ser. Y sino no consigues superarlo, agárrate a los brazos que siempre te han sostenido, te aseguro que esta vez tampoco fallarán.
Dicen que cuando una parte se desmorona, el edificio entero se derrumba.
Puede que no pueda soportarlo, pero haré un esfuerzo, prometo estar siempre ahí.
Agárrate, no te dejaré caer.

domingo, 15 de enero de 2012

Lo llaman madurar...

Hoy toca hacer limpieza en mi habitación, y sí, también en la azotea, en mi pequeño caos, en mi pequeña cabeza.
Hoy quiero bloquear usuarios, borrar historiales y ordenar capítulos.
Quiero deshacerme de seres que alimentan mis peores días.
Quiero borrar heridas y dejar de tocar mis propias cicatrices. 
Quiero cerciorarme de que mi futuro será un poco mejor que mi pasado. Que en mi cabeza sólo haya lugar para mis propias ambiciones, y no para cuatro personajes frustrados que desean cambiarme a su gusto.
Quiero hacer espacio para los nuevos que tengan que llegar y para los que en todo momento ahí han estado, y que por culpa de aquellos que entraron en mi vida con malas intenciones, han estado aguantando por mucho tiempo la falta de espacio en mi azotea.
Quiero remodelar la estancia, mover muebles e ideas, y reubicarlo a mi forma y gusto, sin importar lo que pueda pensar el decorador que hasta ahora se ocupaba de mí y de mi pequeño universo.
Puede que sea arriesgado, pero no por ello innecesario.
Supongo que estaré perdida, pero confío en esos cuatro que siempre me han acompañado, en mi familia, en mi madre y en mi hermana siempre y en primer lugar, y después, en los cuatro o cinco que se cruzaron en mi vida y decidieron cuidarme y protegerme porque sin saber por qué, pensaron que merecía la pena quedarse a mi lado y disfrutar juntos del camino.
Sólo me debo a ellos, a mí y a mis propios sueños...a nadie más.
Que nadie tema si un día se encuentra que he desaparecido, tranquilidad, no me habrá tragado la tierra, simplemente es que ya estaré orbitando en otra galaxia, en aquella donde esté sólo lo que necesito, lo esencial, y nada más. Donde sólo tengan cabida las personas que hasta ahora me han demostrado que soy algo en su vida: M, B, J, P, O, A, M, D, A, C, B, J, F, J, E.......y pocos más, los justos y necesarios. 
No voy a hacer una fiesta de bienvenida para todos vosotros, mis ideas circulan lentas pero a paso seguro, el cambio será progresivo...
Pero debo anunciarlo como se merece:
Bienvenido mundo a mi nuevo espacio. Bienvenidos a mi nuevo hogar. Perdón por la tardanza. Supongo que son cosas que llegan con los 19. Lo llaman madurar.

We found love.

"Es como gritar, pero sin que nadie te oiga. Te sientes avergonzada de que alguien sea tan importante..de que sin él te sientas como si no fueras nada. Nadie podrá entender cuánto duele. Te sientes sin esperanza, como si nada pudiera salvarte. Y cuando todo se termina y él ya se ha ido...hasta deseas que todo lo malo regrese, para que al menos también puedas tener lo bueno de vuelta."
-Rihanna-

jueves, 12 de enero de 2012

Algo de dos.

Pongamos que hablamos bajo un sol de Madrid a mediados de julio.
Él fue huracán y ella fuego. Ella mayor, él más pequeño.
Eran dos extraños, dos desconocidos.
Pronto parecían dos amigos, dos razonables parecidos.
Fue corto pero suficiente. Fue brutal, fue inolvidable. Fue un recuerdo teñido de sonrisa y ojos expectantes.
Era tiempo ganado, a la vez, tiempo perdido.
Y aquellos días de luz terminaron con la marcha de él, y los ojos llorosos de ella.
En un abrazo soltaron todo el calor que desprendían. Y él se fue, sin saber si la vida los volvería a dar la oportunidad de encontrarse, aunque sólo fuera en el café de la esquina, un viernes por la tarde, después del partido de las seis.
Él quería, ella quería aún más, él recordaba, ella no olvidaba. Y sin darse cuenta, con una mochila cargada de nostalgia el tiempo pasó, y caprichoso como es, se alió con la distancia, y todo se esfumó, como quien fuma un cigarro a la puerta de un bar de barrio, borrando de un plumazo toda la grandeza de ese amor.
No volvieron a encontrarse, ni al día siguiente, ni al otro más.
Se esquivaron y encontraron un camino de ida.
Hicieron la vista gorda, intentando ocultar sus sentimientos como quien esconde la basura debajo de la alfombra.
Pero exactamente como eso, la basura y los sentimientos guardados siempre salen, antes o después, de una forma o de otra, sin querer o queriendo.
Ella daba pequeños pasos, él dio el gran paso.
Olvidaron los odios y rencores, y volvieron a empezar, retomando algo que nunca jamás deberían de haber dejado marchar.
Él feliz por su camino, ella encontrándose poco a poco en el suyo.
Y no necesitaron nada más. Todo seguía allí, como si alguien lo hubiera guardado en el fondo de un cajón, la confianza, el cariño y la amistad que un día los unió. Allí estaban. Y con eso bastaba. Bastaba una simple sonrisa de vuelta, una mano al final del brazo, una carcajada a deshoras y un par de canciones para recordar a eso de las once, que sonaran de camino al colegio en el modo aleatorio de sus móviles.
Bastaba meterse en la cama y saber que sin duda esa persona estaba allí. Volvía a estar allí.
Bastaba coger el camino de vuelta y volver al lugar que les vio partir.
Y así volvieron a encontrarse, volvieron a encontrarse a sí mismos, con los mismos pelos alborotados y la sonrisa en la boca. Con sus locuras y manías, con sus bromas y preocupaciones, con sus aciertos y sus meteduras de pata, con sus virtudes y sus fallos, con sus fuerzas y sus debilidades, con sus notas y sus supensos, con sus goles y tropiezos, pero ¿y qué importaba? Volvían a estar juntos, volvían a ser amigos, volvían a soñar.
Y así volvieron a cruzarse sus miradas, aquellas que un día quemaron.
Y así, así se escribe la historia, sin un principio buscado y con un final aún no encontrado.



Y por si te pasa alguna vez, recuerda, que las princesas no existen, ni los príncipes vendrán a rescatarte de tu letargo. Que a veces es un querer y no poder, y otras veces un poder y no querer. Que la vida es un sí pero no, un no pero sí, un me levanto ya o me quedo durmiendo cinco minutos más, un café con leche o una leche con galletas. Y que cuando dejas de buscar, cuando te das cuenta de que todo se acabó, de que se fue, de que ya no hay más, cuando tocas el polvo de ese sueño, de esa estrella, algo dentro de ti se desvanece para luego hacerte volver a vivir, algo incluso mejor que lo un día, sin querer, dejaste ir.
Tú lo llamas casualidad, yo lo llamo destino. Así que venga, escribe los acordes de tu destino con letras grandes y que el mundo entero vea y sepa que lo mejor está por venir, no lo dejes, no lo abandones, algún día te darás cuenta de lo bonito que es estar así.



Absoluta perfección.

¿Alguna pregunta más?

Mejor que no me entiendas.

Perseguir un sueño en vano, querer coger el aire con las manos...
Sentarte en cualquier esquina y encerrarte en tus vaivenes de cada día...
Esos 20 minutos de camino en el autobús, acompañada de Zetazen y sus historias de calle...
Mirar por la ventana y comprobar que el tiempo va lento, como un reloj a medio gas...que ni olvida ni deja avanzar.
Y que los rayos de sol rocen tu piel y te digan que hoy no llueve, que quizá mañana, pero que no te preocupes, que todo va a ir bien.
Llegar a casa y darte cuenta de que te dejaste olvidada la cabeza encima de la mesilla de tu cuarto...Otro despiste, otra locura.
Intentar poner orden a tu pequeño caos...pero, ¿para qué? Entiéndete tú y que el resto del mundo se entretenga en contar estrellas.
Y que si no sabes cómo va mi historia, cállate, mejor que no me entiendas.



domingo, 8 de enero de 2012

Que las cosas no salgan como las hemos planeado...

puede ser un tremendo golpe de suerte!

Puede...

Puede que no sea la típica chica de 18 años cuya vida gira en torno a sus conquistas, sus tacones, el botellón, la discoteca o el tabaco.
Puede que pienses que estoy como una regadera, pero te aviso que mi locura cada vez va a más.
Puede que no me entiendas, puede que me tomes por loca.
Puede que me importe, puede que no.
Puede que pienses que no lo voy a conseguir, que nadie confíe en mí.
Puede que me importe, puede que no.
Puede que no lo creas, pero soy de esas que les gusta currar.
Puede que el viernes no salga de fiesta, porque el sábado me iré a entrenar.
Puede que me veas por la calle corriendo o andando con un cronómetro, unos tiempos marcados, y con ganas de luchar.
Puede que no lo sepas, pero me muero de ganas por llegar.
Puede que esté cansada, agotada, muerta...pero jamás me oirás decir "No puedo más".
Puede que pienses que no valgo, que no voy a llegar, pero sinceramente hay cosas que me importan mucho más.
Puede que sea pequeña, pero puede que llegue tan alto que no puedas ni imaginar.
Puede que escuches mi risa por encima de los demás.
Puede que sea coqueta, pero no por ello superficial.
Puede que me veas en plena M-30 cantando en el coche, y que me encanten los cocidos de mi abuela. 
Puede que sea fan de mi madre, de las tardes por Madrid, y los paseos a la orilla del mar.
Puede que con una sonrisa te conquiste, puede que no necesite nada más.
Puede que sea de esas que piensan que una mirada con chispa dice más que unas pestañas con rimmel.
Puede que no te lo creas, pero no me cuesta despertar.
Puede que pienses que me conoces, pero puedes conocerme aún más.
Puede que tenga manías, que sea espontánea, impulsiva, atrevida, pero soy natural, versión original, sin copias y en edición limitada. Puede que tengamos cosas en común, puede que me quieras, puede que me odies sin más.
Puede que no lo sepas pero para bien o para mal, no soy como las demás.



jueves, 5 de enero de 2012

Qué vienen los Reyes!!

No sé por qué al hacernos mayores perdemos la ilusión por todo, con lo bonito que es soñar y que nuestros sueños se hagan realidad. O, ¿es que no te acuerdas ya de cuando eras niño? :) Cuando te ibas a dormir pronto, dejabas el agua para los camellos y los zapatos preparados, con la ilusión de que por la mañana, al levantarte, los Reyes te hubieran dejado lo que tú deseabas. No sé vosotros, pero yo he sido buena, y hoy me voy a dar el capricho de volver a ser niña y vivir la noche de reyes con la misma ilusión y alegría como cuando era pequeña.
Feliz Noche de Reyes a todos y qué vuestros deseos se hagan realidad! :)