viernes, 27 de enero de 2012

Andén 1, correspondencia con línea...

Y entonces me siento en el andén, esperando a que pase mi tren...paso de canción, modo aleatorio.
Miro a un lado y a otro. Todos van con prisas. Yo me incluyo. Nadie mira a nadie, simplemente se cruzan miradas vagas y cansadas, solitarias y sin alma. Nadie detiene la mirada en nadie.
Sólo yo me atrevo a desafiar aquellos ojos azul turquesa.
La intensidad de esa mirada es proporcional al azul del mar que colorea sus pupilas.
Y por un segundo nuestro universo choca, se detiene, se revuelve y vuelve a su sitio.
El tren llega. Él se pierde entre la gente, yo entre mi mar de dudas. ¿Cómo se llamará? ¿Cuántos años tendrá? ¿Qué estudiará? Y...de pronto, una duda absurda e inquietante me aborda: ¿Sería ese el amor de mi vida?
Se escapó sin saber lo que era, como muchos de los trenes que perdemos en esta vida.


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