domingo, 25 de marzo de 2012

¿Y ahora qué?

Encontré esto.






Podría dejarlo ahí. 'Encontré esto'. Podría, pero no quiero. Hablar sobre ese tema, gran locura la mía. Es como hurgar una herida. O más bien una cicatriz, grande y casi reciente.
Que no sé cuántas veces habré escuchado eso de: 'Y entonces, ¿qué piensas hacer con tu vida? ¿Volverás a bailar cuando te recuperes de la lesión?' Esbozo una sonrisa y mis hombros se mueven tratando de rellenar una respuesta vacía.
No es ni un sí, ni un no, es un 'Ya se verá'. Es como esas relaciones de amor-odio donde nunca sabes si has tocado fondo o sólo es un escalón más.
Vuelvo a mirar las zapatillas. Sí, para ti unas simples zapatillas, para mí es algo más. Es algo que no llegarás a entender ni aunque quieras. Esas zapatillas me hicieron llegar a tocar el cielo un 6 de julio, en una actuación que siempre recordaré como uno de los mejores días de mi vida. Uno de esos días en que dices: 'Estoy justo donde quería estar' Salió todo perfecto, y sí, llegué a rozar el cielo con las manos. Pero bajé. Bajé hasta tocar el suelo con la punta de mi nariz. Allí en el suelo, sólo encontré dos manos, las mías. Y un par de brazos, los de 'mis imprescindibles' y poco más. Y fueron suficientes para coger aire y decir: "Puedes pisarme los hombros si quieres, que me levanto otra vez". Y aquí estoy, olvidando lo inolvidable, desechando rencores a golpe de carcajadas...pensando en lo que una vez me dijeron: 'Si dudas, aunque sea por un instante si seguir o dejarlo, es porque no has nacido para bailar'. Lo pienso y me río. Me río de aquellos que piensan que la vida es sólo bailar, que la vida no se compone de nada más. Me río de aquellos que piensan que ser bailarín es ser ignorante y analfabeto, que no se puede estudiar, ni ser periodista, ni nada más. Me río de aquellos que piensan que dejarlo, es sinónimo de 'fracasado'. Me río por todo lo que no reí tiempo atrás, y me escapo de aquella cárcel. Y decido que si algún día me 'encarcelo' otra vez, si vuelvo a sacrificar cosas por bailar una vez más, me encarcelaré porque yo quiero, por mí y por nadie más. Si quiero, las llaves las tendré yo. Si no quiero, las llaves las tiraré al mar, para así cerrar una etapa y seguir. Pero me quedaré de recuerdo el llavero, para que cada vez que abra la puerta de mi casa, me acuerde de los primeros premios que conseguí, o de mi experiencia en Estados Unidos...y de esas cosas buenas que también me pasaron cuando bailaba. 
La respuesta sigue en el aire, y ahí se queda. Me resisto a atarme buscando qué pasará en el futuro, porque no sé ni lo que pasará mañana. Que lo único que se oye es: 'Y, ¿ahora qué?', y yo trato de dar respuestas arrancando las hojas del calendario y adelantando las manecillas del reloj. Y el reloj ya se queja. Y yo me he dado cuenta de que la vida es demasiado bonita, como para que alguien te la marque a tiempo de vals y de gritos. Y si algún día vuelvo a bailar, no tocaré el cielo, tocaré la luna, y me sentaré en ella, para desde arriba observar a aquellos que ya no apostaban ni un duro por mí. Los observaré y me callaré, porque la elegancia se demuestra cerrando la boca y comiéndote un escenario. Y si no subo a la luna más, es porque como ya os he dicho, me he dado cuenta de que aquí abajo se está muy bien, y no tengo por qué demostrar nada a nadie, en tal caso, a mí misma. Demostrarme que si quiero algo, puedo conseguirlo, una y mil veces, a pesar de todo, a pesar de los tropiezos, las heridas, el pasado y el futuro.
Vuelvo a mirar las puntas, y esta vez no las guardo, las dejo colgadas...por lo que pueda pasar.  
Y sé que gran parte del mundo estará en contra de lo que acabo de sacar de mí, pero ¿sabéis?, todos tenemos razones suficientes para hacer lo que hacemos. Respeto, es lo que hace falta para entenderlo.
La verdadera respuesta la tengo dentro de mí, y aunque muchos ya la imaginaréis porque parece evidente viniendo de mí, que nadie de nada por hecho, porque si algo he aprendido en la vida, es que lo único seguro, es que no hay nada seguro.















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